Ella ... intentó hacer valer la reciprocidad





Ella pensó que era cualidad inalterable, y hasta podía definir personalidades, conformar caracteres y hasta equilibrar relaciones.
Ella pensó que era cualidad inherente, propia de ... sin necesidad de solicitarla cuando debía emplearse ante alguna situación.
Ella comenzó a dudar de dichas apreciaciones, y confirmar ante hechos que la subjetividad traicionaba el valor de la reciprocidad. 
Que lamentablemente no hay acuerdos secretos, ni amor por valores comunes,ni bandera de gloria para procurar un equilibrio que debiese ser natural. 
Nadie pide nada a cambio, ni se condiciona el tiempo ni el espacio: son naturalidades, respetos protegidos hacia un otro, un secreto preciado respecto a cuidar de Él, de lo que espera, de lo importante, de lo que viene y se debe recordar, de las subjetividades de Ella, de olvidar lo accesorio y cuidar lo relevante.
Procurar dicho equilibrio... no, ¡no!, no es natural ni espontáneo; tampoco se reclama. Pues entonces Ella no entiende ni cómo, ni cuándo, ni dónde se perdió la conciencia. Ella no busca culpables, busca escuchar, entender y comprender antes que el desborde se apropie de palabras y sea poco importante cuidar lo que pensó en algún momento, era natural. 

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